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Los riesgos ¡Ahorren!

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Francisco Cabral Bravo

Con solidaridad y respeto a Miguel Angel Yunes Linares, Héctor Yunes Landa y José Francisco Yunes Zorrilla

Cada año el presidente entrega a la Cámara de Diputados la Ley de Ingresos de la Federación y el Proyecto de Presupuesto de Egresos. A partir de ahí se obtiene el presupuesto para el año siguiente.

Este año se presentó un presupuesto, en teoría austero, que hace énfasis en los recortes para intentar restaurar el equilibrio en las finanzas públicas. Independientemente del discurso, la mejor manera de analizar un presupuesto es con los números que presenta.

El presupuesto aprobado para 2016 fue de 4,888.70 miles de millones de pesos. Para 2017, se estima que el gasto sea de 4804.4 mmp. Parecería que el “recorte” de un año a otro es de 1.72 por ciento.

La danza de las cifras en torno al paquete económico cobra su esplendor en el debate legislativo. Mientras que unos defienden a ultranza lo presentado por la SHCP, otros de plano descalifican todo y lanzan acusaciones a diestra y siniestra por la “crisis económica” ocasionada por la actual administración.

El diputado Marko Cortés Mendoza, coordinador parlamentario del GPPAN, dice que “el incremento de la deuda que ha tenido el gobierno federal, nos va a costar a los mexicanos, en costo financiero, 91 mmdp; sólo el incremento financiero” deuda a la que se refirió como irracional para México e incontrolable.

Al respecto, Jesús Sesma, líder del PVEM en la Cámara Baja, retomó el dato de su par del blanquiazul y señaló que el incremento de la deuda que hoy tiene el país “es para pagar platos rotos de los dos sexenios anteriores” y aclaró que durante las administraciones panistas “hubo un endeudamiento excesivo” y que hoy lo que hace el gobierno Peñista es pagar los intereses de la deuda contraída, porque es un gobierno responsable y además esa acción genera confianza hacia los inversionistas externos, aceptación de las calificadoras y, sobre todo, genera estabilidad en la economía interna del país.

Parte importante de los recursos que recibe el gobierno se encuentra de inicio comprometido para pagar intereses y dar participaciones a los estados y municipios. Este es el gasto no programable. Son compromisos financieros, no destinados a financiar la operación de las instituciones de Gobierno Federal. Para este gasto, se estima en el PPEF un incremento de 1,339.90 mmp, 12.1 por ciento mayor que para el 2016. Cada vez le dedicamos más recursos al gasto no programable, a los compromisos financieros, al pago de intereses.

Dentro de este gasto, se contempla un incremento de 5.3 por ciento en las participaciones a las entidades federativas y un incremento en el costo financiero de la deuda.

Entonces, ¿dónde ésta el recorte?

Así, en medio del jaloneo por el reparto de los dineros, el tema de la deuda pública camina hacia el paredón. Otros posicionamientos sugieren recursos para el fondo de Capitalidad, porque es un compromiso que se tiene con la naciente Ciudad de México; también señalan recortes presupuestales al gasto corriente en dependencias como la Presidencia de la República, pero que las reasignaciones no vayan a la Sedesol, porque hay indicios de que los programas serán para operación política.
En el paquete económico presentado se muestra un balance ligeramente superavitario si no consideramos la inversión de alto impacto económico y social.

Con todos estos números, el ajuste ya no parece tan grande ni el presupuesto tan austero.

Cabe mencionar que el análisis y discusión del Paquete Económico que se ha iniciado en la Cámara de Diputados involucra principalmente a las comisiones de Hacienda y Crédito Público, donde trabajará la Ley de Ingresos, la de Presupuesto y Cuenta Pública y todo lo relacionado con el gasto público, también intervienen las comisiones de Justicia y la de Energía, para tratar lo relacionado con las reformas a la Ley Federal de Procedimiento Contencioso Administrativo y las modificaciones a la Ley de Pemex y de la Ley de la CFE, respectivamente.

El nuevo paquete económico se da acompañado de un discurso de austeridad y responsabilidad. Pero los números no dan. Hemos creado un aparato burocrático pesado con prerrogativas difíciles de revertir.

La deuda seguirá creciendo y los intereses acumulándose. Eventualmente se darán incrementos en las tasas de interés que incrementarán el costo financiero de nuestras obligaciones.

Standard & Poor’s ya dijo que no cambia su perspectiva negativa.

Si la posibilidad de una baja en la calificación de la deuda soberana del país se materializara.

Ante todos estos números, vale la pena preguntarse ¿fué suficiente el recorte?

El PEF tiene que quedar listo a más tardar el 15 de noviembre y a eso se abocarán principalmente los legisladores de las referidas comisiones legislativas, entre calificativos de “responsables” o “irresponsables”. Los trabajos del Congreso de la Unión continúan en medio de voces que señalan que el número de comisiones es excesivo, son 56 con diputados y 66 en el Senado, de las cuales algunas presentan baja productividad.

Pues sí, en tiempos de recortes y austeridad en el gasto público, no estaría mal que los congresistas echaran un ojo a ese rubro, porque para poner el ejemplo hay que comenzar por la casa.

Así, la negociación del presupuesto en la Cámara de Diputados se anticipa como la más compleja que ha enfrentado la Administración y por tanto, el riesgo de que salgan verdaderos “camellos” presupuestales es elevadísimo; será tarea de Hacienda aplanar las jorobas. Se requiere que las finanzas públicas vuelvan a mostrar el comportamiento responsable de antaño. Si este sexenio termina con una crisis económica, Peña Nieto garantiza una cacería de brujas contra él y sus colaboradores en la próxima administración.

Ojalá escuchen a críticos que buscan forjar un México próspero y justo. El tiempo se agota.


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