Con solidaridad y respeto a Miguel Angel Yunes Linares, Héctor Yunes Landa y José Francisco Yunes Zorrilla
Francisco Cabral Bravo
¿Qué información nos puede infundir ánimo y darnos una perspectiva del país que nos permita albergar la esperanza de que las cosas van a estar mejor en el futuro?
Algunos lectores me han hecho esta pregunta ante la evidencia de que frecuentemente, las noticias diarias parecieran deprimentes.
La clave a mi juicio, es voltear a ver el bosque en lugar de concentrarse en los árboles, es decir, ver el mediano y largo plazos, tanto en retrospectiva como hacia adelante, para darnos cuenta de que, sin duda, el panorama pueda mejorar.
¿Por qué razón nos cuesta tanto trabajo reconocer los logros y méritos que obtenemos y en contraste, nos avenimos tan fácilmente a criticar y cuestionar?
Desde hace muchos años, en las explicaciones de los comportamientos políticos, económicos y sociales, David Konzevik, ha sido muy claro: todos los caminos nos llevan a la altura. Coincido.
Desde luego, la cultura entendida como nuestro sistema de valores, creencias e impulsos, que se recrea generación tras generación.
Hay algo en nuestra historia que nos propicia el impulso a nuestra subvaluación, a la exaltación de nuestros vicios y defectos y a la minimización de nuestras cualidades.
El chiste que habla de los cangrejos mexicanos depositados en una olla sin tapa, pues no hay riesgo de que escapen, ya que el que llegue arriba será jalado hacia abajo por los que no han logrado escalar, es más que un chiste, refleja una faceta indiscutible de nuestro ser.
México ha aspirado a modernidad y desarrollo por décadas. A veces, son difícilmente compatibles con “usos y costumbres”, geografía o cultura.
Hoy, México es un país de ingreso medio relevante con un PIB de más de un millón de millones de dólares, importante destino turístico y hogar de más de 120 millones de personas.
A pesar de las calamidades diarias, México avanza, pero a un ritmo muy inferior al indispensable. Demográficamente, es un país joven, pero no lo seguirá siendo siempre.
México ha construido en las últimas dos décadas un entramado institucional que aumenta las posibilidades de convertirnos en un país moderno y desarrollado.
Construimos el INEGI, el Banxico autónomo, el INE, el INAI, el Coneval, la CNDH entre otras. Está en construcción el Sistema Nacional Anticorrupción, en proceso el nuevo Sistema de Justicia Penal. Hace un cuarto de siglo, la mayoría de estas instituciones no existían, y nos han cambiado o nos van a cambiar.
Hay reformas recientes que, aunque puedan tardar algún tiempo en madurar van a generar un nuevo ambiente económico. La reforma energética, de telecomunicaciones, la realizada en materia de competencia económica, la educativa, la de control de finanzas de los estados, entre las más importantes, al paso de los años van a crear un entorno competitivo completamente diferente al actual y van a generar condiciones para el crecimiento y uso eficiente de los recursos.
Tenemos una sociedad civil pujante, activa y cada vez más influyente en las decisiones de políticas públicas. El escrutinio de los gobernantes y figuras públicas y el permanente debate de la vida pública a través de medios tradicionales y otros como las redes sociales, son una realidad que no tiene reserva y va a incidir necesariamente en la calidad de la gestión pública.
Los primeros beneficiados por la perspectiva global, ven el bosque completo y visualizan el largo plazo, y no tienen duda en apostar sus recursos en nuestro territorio.
Visualizan a nuestro país como tierra de oportunidades.
No ignoran la corrupción ni la falta de Estado de Derecho, tampoco son ajenos a la burocracia que hace difícil emprender, pero con todo y todo, apuestan a que la oportunidad rebasa ampliamente el riesgo.
Y en México, nos vemos desde adentro, y los problemas se nos aparecen como barreras infranqueables.
Sabiendo cuales son nuestros impulsos, resulta inexplicable que desde el gobierno no haya existido una cuidadosa estrategia para crear el ímpetu, la visión y el entusiasmo que se requiere para que los empresarios inviertan. La posibilidad existe.
La experiencia lo muestra. Se han presentado ventanas de oportunidad en las que el ánimo del país ha cambiado. Y lo ha hecho por un liderazgo político capaz de generar expectativas.
A la esperanza siguió el desencanto, el escepticismo y luego el enojo. La inseguridad y la corrupción se convirtieron en el eje de la agenda nacional.
Y, creo que mientras no haya una visión que vuelva a generar esperanza, venga del gobierno o de afuera, seguiremos viendo nuestro entorno lleno de porquería en lugar de reparar en los brotes, que aun en medio de ella surgen y crecen.
A los analistas y periodistas nos tocará analizar e interpretar esa información, no solo reportarla.
El país padece lo que todos hemos construido. Ya no hay tiempo para cambiar la manera de trabajar, el futuro es hoy. ¡El horno no está para bollos!
En medio de una situación tan compleja y delicada, a nadie conviene una ruta de confrontación y desencuentro.
¿Podrán hacer esto nuestros políticos?
¿Sabrán actuar con una actitud diferente?