Francisco Cabral Bravo/
Con solidaridad y respeto a Héctor Yunes Landa, Pepe Yunes Zorrilla y Gladys Merlín Castro
“He arado en el mar y he sembrado en el viento” (Simón Bolívar).
•¿Podrías decirme, por favor, que camino debo seguir para salir de aquí? (pregunta Alicia)
•Esto depende en gran parte del sitio al que quieras llegar. (Gato Cheshire).
•No me importa mucho el sitio (Alicia)
•Entonces tampoco importa mucho el camino que tomes. (Gato Cheshire). “Lewis Carroll”.
Me vino a la cabeza esta cita de Alicia en el país de las maravillas al pensar que conforme a estudios que han realizado diversas instituciones y organismos nacionales e internacionales (OCDE, UNICEF,CNDH, ONGS), México se encuentra en los primeros lugares de violencia física, abuso sexual y homicidio de menores. A lo anterior se suma que en el año 2014 la Comisión Nacional de Derechos Humanos reporto que en el primer trimestre de ese año, las acusaciones sobre abuso sexual de menores aumentó 73 por ciento, según datos recabados en 24 entidades.
La impunidad es evidente, pues de 22 mil casos de maltrato infantil en los últimos años, sólo 5,800 se presentaron ante el ministerio público. Varios especialistas de la Universidad de Málaga reflexionaron sobre esto y concluyen con el término “adultocracia” para referirse a aquella relación de dominación simbólica o material por la que los adultos se sitúan en relación de superioridad con respecto a otros grupos sociales.
Pero el asunto nodal no son las cifras sino los rostros, vidas, historias de niñas y niños víctimas de una violencia brutal que sólo se explica a la luz de cadenas de corrupción, complicidad e impunidad de un sistema, que protege al que abusa y lastima, no así a las víctimas de esta violencia.
Lydia Cacho en su artículo Adultocracia Hipócrita afirma: “Ni los jóvenes peyorativamente apodados ninis, ni los millones de bullies que asumen el poder de la violencia como liderazgo, ni los miles que a los doce consumen y venden tachas en las escuelas, llegaron allí por sí mismos. Detrás hay millones de personas adultas que no se atrevieron a reinventar la educación, a comprender los retos y peligros que, muchos creen, se pueden enfrentar con viejos modelos educativos basados en un modelo jerárquico de poder que silencia el disenso y niega el miedo… lo cierto es que no todo está perdido. Nos toca escuchar, guiar, acompañar en lo que para ellos y ellas es un futuro posible, sin inocencia ni culpa, con responsabilidad y formación.
Un crimen contra un niño es un crimen contra todos, porque no podemos esperar una cultura de diálogo y de paz, si lo que sembramos es violencia y odio.
De entre las muchas urgencias que enfrentamos, ninguna me parece tan urgente como la de hacernos cargo de tejer acuerdos en transformar a fondo un sistema que sin desestimar esfuerzos y compromisos legítimos de algunos, demuestre a los cuatro vientos que ser niño no signifique para miles y miles el mayor riesgo para ser destruido.
Pretender transformar el país con una brújula rota hecha de retazos y parches adhoc, es, en realidad, no tener idea de a dónde vamos.
Igual que Alicia corriendo presurosa quien sabe a dónde.
La semana pasada celebramos el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. Se refleja la magnitud de un problema que se debe enfrentar. Romper el silencio y denunciar es fundamental. Alzar la voz no es fácil, se invisibiliza a las víctimas, se les hace creer que ellas son responsables de los ataques sufridos y merecedoras de los mismos. Pocas veces hay castigo para los agresores. Erradicar la violencia contra las mujeres en la familia, en lo laboral, en lo político a través de malos tratos laborales, en el acceso a la educación y a la salud evitando prácticas discriminatorias y violencia ginecobstetra es aún un tema pendiente.
Hoy hay otra cara del PRI. Carolina Monroy, secretaria del CEN, logró impulsar un acuerdo con el Consejo Político para que en las elecciones de 2016, se postulen candidatos por el principio de paridad, no sólo en el ámbito legislativo, también en el municipal, tanto en la integración de planillas, como en candidaturas a presidencias municipales, tema no contenido en la Constitución. Es un gran paso para incorporar a más mujeres valiosas y preparadas en candidaturas que les han sido negadas.
Cierto, romper prácticas culturales será difícil, muchos líderes y políticos colocarán a sus hijas, hermanas, esposas, asistentes, en las candidaturas y no necesariamente a las más capaces. Pero por algo se empieza y empoderar a las mujeres es sin duda un buen arranque.
En días recientes, casi todas las fuerzas políticas se han pronunciado a favor de revisar al modelo de comunicación política, vigente desde 2007, cuando se aprobó una reforma constitucional inspirada en las peores causas y motivos, en perjuicio de la ciudadanía.
Entre otros vicios, el modelo de 2007 quitó a los ciudadanos el derecho de expresarse en radio y televisión, porque ello rompía la equidad electoral. Este sólo fue el comienzo; a pesar de que México aspira a vivir en una democracia moderna, el régimen legal, cada día enmudece más a cualquiera que quiera participar en el debate político desde los medios de comunicación electrónicos.
Es insostenible que reporteros, comentaristas y editorialistas, es decir, los profesionales de la comunicación, no puedan emitir una opinión o comentario, ya que si lo hacen corren el riesgo de ser sancionados porque su opinión puede beneficiar o perjudicar a un partido o candidato.
Con razón muchos actores y personajes se han desencantado por la revisión del modelo de comunicación político electoral. Debe ser un ejercicio profundo, reflexivo, incluyente, pero también urgente, que tenga mucha claridad sobre la democracia a la que aspiramos.
Destaco recomendación por parte del TRIFE en el que manifiesta que los más de 41 millones de promocionales en radio y televisión son insuficientes, en forma cualitativa ya que no proporcionan información alguna relevante y no se asegura el derecho de la información política de los ciudadanos.
Textualmente refiere que el sufragio libre y auténtico carece de un campo propicio en la reflexión, debido a que la sociedad, carece de información útil para su elección política.
Los ciudadanos quieren discutir, polemizar y cuestionar a los candidatos y a la clase política y que entre ellos exista un auténtico y férreo debate. La radio y televisión deben ser un medio para ello, no puede seguir cerrado el canal bajo la justificación de que se trata de una concesión de Estado.