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Legitimidad, terrorismo y confianza

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Por: Francisco Cabral Bravo

Con solidaridad y respeto a Héctor Yunes Landa, Pepe Yunes Zorrilla y Flavino Ríos Alvarado

Lo que se pierde al amanecer, se puede recuperar al atardecer, y hay que subir más alto para mirar más lejos (Proverbio chino).

En todos los enfrentamientos entre sociedades, la legitimidad juega un papel fundamental.

Las otras dos fuentes de poder, la violencia y los recursos, son importantes, pero cuando un conflicto es duradero, la legitimidad es la determinante. Por legitimidad entiendo la aceptación social de la sociedad de un núcleo mínimo de valores, creencias, reglas, costumbres, y de la estructura del poder asociada con ese núcleo.

La legitimidad no se impone, se construye, y por eso las narraciones que dan soporte a una estructura de poder son tan importantes.

La violencia como forma de control se fundamenta en el miedo, no es una fuerza, es al final una debilidad. Pero hay quien ejerce la violencia despiadada y reiteradamente, y la concibe como un derecho.

El terrorismo que utiliza la violencia como instrumento emprende una guerra psicológica contra sus enemigos, mostrando la fragilidad de la existencia. Mientras en occidente la libertad y los derechos humanos consagran un modo de vida basado en el individuo, en el mundo musulmán se imponen códigos de conducta y de valores a la sociedad, por la comunidad más allá de la persona. Ganar la guerra contra el terrorismo no puede acabar o limitar libertades y derechos humanos.

Cierto que se requiere de inteligencia e investigación para prevenir ataques, pero si en aras del miedo sacrificamos los principios que nos definen, entonces habremos perdido identidad.

Los atentados en París indignan. Hoy el mundo alumbra a Francia y se solidariza con su gobierno. El fanatismo ha conducido a la barbarie. Por eso debe ser combatido.

Hay otros atentados y acciones terroristas en los países de Medio Oriente contra su propia población musulmana. No es que se ignoren esos hechos o que se valore menos la vida de pobladores de otros países. París es emblemático por su historia, y las ideas y valores que aportaron para forjar nuestras democracias es parte de nuestra cultura y valores.

El impacto es entendible.

En el espejo francés se refleja México.

Una de las primeras grandes diferencias es que los franceses, en el manejo de la comunicación política, apostaron por la información.

Y es por eso que hay mucho que aprender en México de la reacción del gobierno de Francia ante varios atentados terroristas que ha enfrentado ese país.

La comunicación política del gobierno mexicano la dibujó la secuela del huracán Patricia. Todos los sistemas de protección civil trabajaron a la perfección y la comunicación política fue implacable. Nada le habría salido tan bien al gobierno en el sexenio, pero fue tirado a la basura en cuestión de días, cuando en un discurso, el Presidente dijo que gracias a los rezos no había nada que lamentar. En Francia nadie concedió a la gracia de Dios su buen trabajo. No son actos de fe los que los sacaron adelante sino oficio y profesionalismo. Se dice fácil, pero qué difícil es combinarlos.

Veamos, el mundo musulmán, ¿a cuántas personas integra; dónde es la principal creencia, religión y meta? Lo es en más de 45 países. Las naciones con el mayor porcentaje islámico son Indonesia, Pakistán, Bangladesh, India, Irán, Turquía, Egipto, Nigeria, Argelia, China.

Y la distribución de musulmanes por continente es la siguiente: África con 308 millones (27.4 por ciento), Asia con 778 millones (69 por ciento), Europa con 32 millones (3 por ciento), Latinoamérica con 1 millón, 356 mil (0.1 por ciento), América del Norte con 5 millones y medio (0.5 por ciento) y Oceanía con 385 mil. La suma de musulmanes en el planeta daría más de mil millones de personas. ¿Y todos son extremistas como los del autollamado Estado Islámico (EI)? No por supuesto que no pero eso sí, todos comparten la idea inatacable de Alá de que el gobierno y la religión deben estar unidos.

En otro tema, en otras ediciones, he señalado en repetidas ocasiones, casi en forma obsesiva, la importancia que tiene la Confianza, así con mayúscula, para el desarrollo sano de la persona, la familia, la empresa, la sociedad y el país. Pero un país cualquiera que sea, se apoya en sus instituciones y si éstas no son confiables, el cáncer de la desconfianza será causa de innumerables estragos.

¿Qué tanta confianza tenemos los mexicanos en nuestras instituciones? Veamos lo que nos dice al respecto el muy interesante estudio de Consulta Mitofsky, dirigida por Roy Campos, sobre la evolución de la confianza en un periodo de 7 años, esto es, de 2008 a 2015. Es de llamar la atención, en primer lugar la caída que ha tenido la confianza en las instituciones al pasar ésta, en una escala de 1 al 10, del 6.9 al 6.2.

¿Nada alentador, verdad?

Tienen la mejor posición las universidades (7.3), las Iglesias (7.1) y el Ejército (7.0).

Y tienen las peores calificaciones las instituciones políticas, la policía (5.3) y los sindicatos (5.4).

Veamos la situación de las instituciones políticas: partidos políticos, los peores (4.9); diputados (5.2), senadores (5.3) y Presidencia (5.7). Todos ellos reprobados.

El mensaje que nos envía la encuesta de Consulta Mitofsky es claro: los mexicanos hemos pedido paulatinamente pero inexorablemente la confianza en nuestras instituciones y esta pérdida tiene, sin duda, graves repercusiones para el desarrollo de nuestro país. Sin ella, muchos buscarán otros horizontes. Luchemos por recuperarla. Se oye articulado y también lo es, luchemos por recuperarla.

Para terminar en la ceremonia del “V Informe de Gobierno”, en el velódromo de Xalapa, donde se dieron cita miles de veracruzanos e invitados especiales, todo se desarrollo conforme al programa previsto por el equipo de logística a cargo del evento sin que hubiese contratiempo alguno y que éste se desarrollara de manera impecable, conforme a lo previsto por el equipo de gobierno, y sin duda hay que reconocer el mérito que han tenido en la tarea Flavino Ríos Alvarado, Enrique Ampudia Melo y Juan Octavio Pavón González. De diez el trabajo realizado por los tres servidores públicos y colaboradores directos de Javier Duarte de Ochoa.


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