Francisco Cabral Bravo
Con solidaridad y respeto a Miguel Angel Yunes Linares
No es Dios quien ha creado la pobreza, sino los hombres. Ante Dios todos somos pobres (Madre Teresa).
Si la democracia es la capacidad de castigar a los malos gobiernos sacándolos del poder como dijo Karl Popper, las pasadas elecciones fueron un exitoso ejercicio democrático. El PAN fue el claro ganador. Está por verse si lograrán demostrar que lo merecen. Las campañas electorales fueron el epítome de la suciedad y demostraron la disposición de todos los partidos para incurrir en las peores prácticas en aras de ganar. De no corregir el rumbo, tanta podredumbre provocará un impredecible desencanto entre los electores, particularmente entre los más jóvenes. En este espacio hemos señalado a lo largo de varios meses, el evidente, escandaloso y urgente reclamo social en todo el país en contra de la corrupción rampante. Existe una responsabilidad innegable en que el famoso combate frontal a la corrupción nunca llegó, no se concretó, no avanzó en un Senado dilatorio y escurridizo.
Al PAN le corresponde, ahora demostrar que sabe qué hacer con una victoria. Tienen que hacer acuse de recibo del mensaje. Manteniéndose estrictamente dentro de la ley deben lanzarse con todo de entrada. Tienen mucha tela de donde cortar. Como siempre, los procesos electorales dejan muchas lecciones. Desde el inicio de las campañas hasta el comportamiento de los ganadores y perdedores posterior al cierre de casilla, nos vamos llenando de información, directa e indirectamente sobre la personalidad y las ideas de los actores políticos.
Los ciudadanos son los protagonistas y ganadores de estos comicios, el voto demostró su poder, ganó la democracia. Los mayores riesgos, optar por el triunfalismo frente a las victorias y dejar de trabajar en la fortaleza institucional dando por hecho que en automático todo será distinto. El otro gran riesgo, que frente a las derrotas se decida no cambiar. Los ciudadanos que ejercieron su voto para poder así castigar el desorden, la corrupción, la impunidad, quienes votaron para que los territorios gobernados por el crimen organizado sean gobernados por la ley y la certeza jurídica, los votos obedecieron a un anhelo de cambio para mejorar las condiciones de vida de sus familias y comunidades. Cada territorio tiene su propia historia y realidades.
Sin embargo, en mayor o menor medida el tema económico y la búsqueda de mayores y mejores oportunidades de empleo y movilidad social, los asuntos de seguridad en materia jurídica e impartición de justicia, así como la falta de transparencia y de consecuencias al atropello de la ley, marcaron las demandas ciudadanas en estos recientes procesos electorales.
Los gobernadores entrantes, del partido que sean, tienen la oportunidad de escuchar las voces de sus electores. Pueden optar por atender el hartazgo de la ciudadanía. Pueden empezar por darse cuenta de los reclamos cada vez más fuertes frente a la corrupción, la impunidad y el descaro. Podrían empezar rindiendo cuentas, presentando sus tres declaraciones relevantes. Tienen la oportunidad de nombrar buenos equipos, de exigir honestidad a sus colaboradores, de poner un ejemplo para las elecciones que se acercan. Parecería que la contienda para el 2018 ya empezó. Todos especulamos con quienes serán los candidatos y por quien votaríamos o por quién definitivamente no. Hay muchas características deseables para un candidato presidencial, pero la que se escucha cada vez con más frecuencia es la honestidad. Es la mayor exigencia social en estos días. Ojalá alguien escuche el reclamo y la tome como bandera. Alguien para quien la honestidad no se convierta únicamente en un slogan de campaña, sino que sea un verdadero compromiso. Alguien que actúe en consecuencia, que esté dispuesto, con sus acciones a demostrarlo.
Pierden los medios de comunicación que no han entendido que la censura es un mecanismo del pasado.
Las casas encuestadoras son también grandes perdedoras en este proceso, que en su gran mayoría fallaron o en otros casos terminaron siendo instrumentos de propaganda electoral.
Urge hacer un alto y revisar a fondo la ley electoral para subsanar espacios de discrecionalidad, simulación, prácticas que generan un mayor hartazgo ciudadano, así como incentivos perversos en materia de financiamiento y rendición de cuentas en los procesos electorales. Algunos estarán ante el riesgo de caer en la tentación de salir a buscar culpables como única explicación a su derrota con cero capacidad de autocrítica y reconocimiento a la voluntad y hartazgo ciudadano.
Hay muchas conclusiones que serían extrapolables en 2018. En mi opinión, Morena fue el otro perdedor. No podrán contar con la jugosa caja de Veracruz para financiar la campaña de AMLO, y ni siquiera con la de Zacatecas. No veo como puedan volverse una fuerza nacional, máxime que los jóvenes tienden a no comprar la retórica pupulista del tabasqueño. Pero, no hay que echar las campanas al vuelo.
El PAN tiene una oportunidad más que el electorado le pone en bandeja de plata, no solo tienen que cerrar filas, sino que tienen que decidirse a ser un partido moderno de centro de recha que se aleje de dogmas absurdos y concentre toda su atención en toda medida que fortalezca instituciones, mejore la impartición de justicia, reduzca la corrupción y contribuya a construir imperio de la ley. Es infinitamente más fácil decirlo que hacerlo.
A mi juicio, el mensaje de los electores no pudo ser más claro.