Quantcast
Channel: Francisco Cabral -Opinión- – Veracruzanos.info
Viewing all articles
Browse latest Browse all 73

Un clamor urgente

$
0
0

Francisco Cabral Bravo/

Con solidaridad y respeto a Héctor Yunes Landa, Pepe Yunes Zorrilla y Américo Zúñiga Martínez
“Para investigar la verdad es preciso dudar, en cuanto sea posible de todas las cosas” (René Descartes).

Ahí voy otra vez, estimado lector, la revista The Economist, al referirse a los políticos mexicanos, dijo una frase cuya verdad se confirma una y otra vez: “no entienden que no entienden” (they don´t get that they don´t get it). La misma frase podría hacerse extensiva para la sociedad mexicana.
En la reciente visita papal vimos una sucesión de cínicos desplantes de quienes más tienen, apocando a quienes no. Las largas esperas, sin agua o comida, de quienes fueron a eventos públicos, sin mayor dispensa, contrastaron con la comodidad y pompa de quienes entraron por la puerta grande, incluso para ver y escuchar a un hombre esencialmente humilde.

Ni siquiera entro en la controversia de si hijos de los más privilegiados se hicieron pasar por niños humildes para recibir la bendición papal, o de la falta de sensatez de funcionarios públicos portándose como niños de catecismo al participar en eventos religiosos, aprovechando su aventajada situación, olvidando la laicidad del Estado al que representan.

La brecha social, cuyo ensanchamiento preocupa en todo el mundo, en México toma un aire de cinismo que provee refugio a gente inconsciente y a cobardes convencidos de que los problemas no tienen solución. Hay tanta gente que ha crecido inmersa en el privilegio y que se resigna a una realidad en la que, sin mérito, se benefician de haber venido al mundo en el código postal correcto.

En una sociedad en la que influyen crecientemente grupos católicos elitistas en la educación de jóvenes de familias acomodadas ( ¡como se extraña la alternativa de escuelas jesuitas! ), incluso la caridad y la filantropía adquieren matices de lucimiento displicente: “te ayudo a ti, desde la grandeza de mi posición social, no porque seamos iguales, sino por la certeza de que jamás lo seremos”.

Cuántas veces he oído a las familias que regresan a México desde el extranjero porque “en México si hay servidumbre”, como si esa condición que surge de la necesidad extrema fuese deseable preservar.
La gente pudiente en México no se da cuenta de que no se da cuenta. No ve cuán desagradable es su ostentación, cuánto ofende el junior en el auto de súper lujo, seguido por Suburbans con escoltas derramándose por las ventanas. La frivolidad va en ascenso. La inconsciencia engendra inconscientes. Los hijos imitan los desplantes arrogantes de sus padres.

Y al decir todo esto, estoy seguro de que esta columna tendrá poco eco.
Lo que he notado es que los escritos que más circulan son aquellos donde critico, por lo que sea. Lo que la gente quiere oír es somos víctimas, que éste nos está haciendo cosas, que ellos son culpables de todo lo que pasa. No agrada la referencia a que quizá ese gobernante está ahí producto de nuestra indiferencia, de nuestra complicidad, o peor aún, que sea nuestro reflejo; no entendemos que es algo que nos hacemos a nosotros mismos.

Los ricos, por deshonestos, criminales o corruptos que sean, salvo algunos, no pisan la cárcel. El que haya personas presas sólo por haber estado en el lugar equivocado en el momento equivocado, y, que miles de inocentes lleven hasta una década esperando un proceso judicial para recibir sentencia, debería ser indignante, pero no provoca la más elemental empatía.

Evidentemente, si hay casos de quienes hacen algo, incluso diría que por primera vez veo una sociedad civil que intenta movilizarse. Surgen organizaciones que empiezan a exigir rendición de cuentas, un mínimo de calidad en la educación y otros derechos elementales, universidades privadas por primera vez preocupadas por ser incluyentes. Pero no basta.

El futuro de México depende no sólo de la capacidad que tengamos para crecer, sino de que éste sea incluyente. No hay país que se desarrolle manteniendo marginada a la mitad de su población. El resultado no se medirá por cómo les va a los más ricos, sino a quienes menos tienen.

Cuando vemos las decisiones absurdas que tomaron electores en países como Venezuela, apoyando a políticos impresentables, debemos comprender la necesidad de muchos de resolver el hambre de hoy, el hartazgo de quien es cotidianamente humillado, la desesperación de quien es marginado.
Le ponemos el país en bandeja de plata a un populista.
Hay muchas letras chiquitas que habrá que leer con lupa.
En México, ensordece el silencio de gente consciente de la gravedad de lo que ocurre.
No podemos, ni debemos permitirlo.

Las políticas públicas de los gobiernos deben pues atender tres grandes objetivos: crear un contexto económico que promueva el crecimiento, la innovación y la equidad.
Estos dos últimos son tareas aún pendientes en México.
Si el enojo ciudadano construye cauces institucionales y de participación, estamos en la antesala de un país más justo y equitativo.


Viewing all articles
Browse latest Browse all 73

Trending Articles